Tras años de pausa el yoga reapareció en mi vida justo en el momento en el que más lo necesitaba. Me sentía superada por el estrés, agotada, llena de preocupaciones personales y con mucha carga de trabajo ¡y menos mal que apareció el yoga!
Con la práctica me di cuenta que empezaba a sentirme mejor, física y mentalmente. Poco a poco ganaba fuerza y aprendía a dejar ir sentimientos y emociones que no me hacían bien. Fui ganando flexibilidad a la vez que recuperaba la calma y la alegría. Hoy en día, las preocupaciones y el trabajo siguen ahí pero ahora tengo las herramientas necesarias para que no me afecten.
El yoga te sana el corazón, clama tu mente.